bajada montaña

SOLEMNE NOVENARIO A NUESTRA SEÑORA LA SANTÍSIMA

Fue declarada Patrona Principal de la Ciudad de Cáceres, el 2 de marzo de 1906 y coronada canónicamente el 12 de octubre de 1924

Su primera bajada a la ciudad desde su ermita fue el 3 de mayo de 1641 y lo hizo en rogativa por una sequía que asolaba los campos.

Entre los años 1621 y 1626, Francisco de Paniagua, un ermitaño nacido en Casas de Millán, recorría la comarca con una imagen pequeñita de la Virgen, implorando limosna, para construirle una Capilla; aprovechando los peñascos que había, comenzó a construir su cabaña, colocando a la Virgen en un saliente de la roca y construyendo así la primera. Un amigo suyo, D. Sancho de Figueroa, que era Cura de Santa María, pudo decir la primera Misa, el día de la fiesta de Ntra. Sra. de la Anunciación, el 25 de marzo de 1626.

FIESTAS DE LA VIRGEN DE LA MONTAÑA.

– Las primeras ordenanzas (1635) dicen que la Fiesta de la Virgen fuera el 25 de marzo, día de la Encarnación. – En 1784, la Sagrada Congregación de Ritos, ordenó que la Fiesta se celebrase el primer Domingo de Pascua de Resurrección. – En 1832, el Arzobispo-Obispo de Coria, traslada la fiesta al cuarto domingo de mayo. – En 1860, se acuerda por la cofradía celebrar la fiesta el 8 de septiembre, pero no llegó a arraigar esta fecha. – En 1906, al ser declarada Patrona de Cáceres, se traslada su Fiesta al segundo domingo de Pascua de Resurrección. – En 1975, la Junta Directiva traslada la Fiesta al primer domingo de mayo.

LOS MANTOS DE LA VIRGEN.

Se dice que tiene tantos mantos, como días tiene el año, siempre han sido donados y regalados por fieles Cacereños. Los más antiguos datan de 1902 y fueron donados por Dª Petra Fernández Trejo. Pero sin duda los dos mantos más importantes son el regalado por la Reina Dª Isabel II, que lució la Virgen en su ceremonia de Coronación Canónica y el adquirido, por suscripción popular, como regalo conmemorativo de las Bodas de Plata de lCoronación.

Como curiosidad, se conserva el manto que vestía la Virgen el 23 de julio de 1937, cuando la ciudad fue bombardeada ( Abajo)

Cada año es recibida por la Alcaldesa de Cáceres, que le entrega su bastón de mando y que lo tiene hasta que vuelve de regreso a su santuario el primer domingo de mayo.  ]]>

cruz templario editada

EL LENGUAJE DE LOS SIMBOLOS

A lo largo de todo el recorrido por la Concatedral puedes encontrar una serie de cruces situadas en diferentes puntos del templo. Vamos a analizar su simbología.

Estas cruces recuerdan a las de Los Templarios que utilizaron numerosos modelos, sin embargo fueron cinco sus cruces más características: la Patriarcal, la Cruz de las Ocho Beatitudes, la Tau, la Paté y la Cruz Griega.

Nos centraremos en la Cruz Paté qué es a la que más se parece.

La Cruz Paté y la Cruz Ocho Beatitudes fueron usadas por los normandos (Inglaterra, Escocía, Portugal, norte de España y Francia). La Cruz Paté abre sus extremos a los cuatro puntos cardinales (norte, sur, este y oeste), al mundo, al universo. Sus brazos iguales nos recuerdan a los cuatro evangelistas, las cuatro estaciones y o los cuatro elementos básicos de la vida: aire, tierra, fuego y agua. La Cruz Paté deriva directamente de la cruz que representa los tres mundos Celtas: Abred, Gwenwed y Keugan. Del mismo modo, deriva también de la vieja rueda druídica, el Crismón de ocho radios. Este símbolo, el Crismón, evoca el inicio, los ciclos (la serpiente que se muerde la cola) y es también un símbolo solar que tiene su máxima expresión en los resplandecientes rosetones de las Catedrales e Iglesias de origen Templario.

Se cree que ésta es la cruz que recibieron los Templarios de manos del Papa Eugenio III el 24 de Abril del año 1147. Tres días después, el Papa Eugenio III, presente en Francia cuando partía la segunda cruzada, asistió al capítulo de la orden celebrado en París. Concedió a los templarios el derecho a llevar permanentemente una cruz sencilla, pero ancorada o paté, que simbolizaba el martirio de Cristo. El color autorizado para tal cruz fue el rojo, «que era el símbolo de la sangre vertida por Cristo, así como también de la vida. Puesto que el voto de cruzada se acompañaba de la toma de la cruz, llevarla permanentemente simbolizaba la persistencia del voto de cruzada de los templarios».

La historia señala que los caballeros templarios o la orden del temple fue una orden medieval de carácter religioso y militar cargada de tintes legendarios, nacida después de la primera cruzada. Se fundo en Jerusalén, en el 1118 por nueve caballeros franceses, encabezados por Hugo de Payens. Inicialmente, se denominó de forma oficial como la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (Pauperes Conmilitones Christi). Mas tarde, fueron conocidos como caballeros templarios o caballeros del templo de Salomón (Milites Templi Salomonis), esta última denominación surge tras instalarse en el antiguo templo de Salomón.

 Cabe destacar que a pesar de su enorme parecido, las cruces que aparecen en la Concatedral, concretamente doce cruces, son las llamadas cruces de consagración. Por norma general, un templo se consagra una sola vez, excepto si con el paso del tiempo se efectúan grandes obras en su estructura que obliguen a repetir la citada ceremonia, como es el caso de La Concatedral.

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San Antón ¿Quién era?

Uno de los santos más populares es san Antonio, abad, más conocido por san Antón.  Su dilatada vida ocupa la segunda mitad del s. III y la primera del IV. Vivió en Egipto, y, cuando contaba dieciocho años, oyó en la iglesia las palabras evangélicas: «Vende lo que tienes y dáselo a los pobres». Antonio cumplió al pie de la letra estas palabras y se retiró a la soledad. Allí llevó vida de ermitaño. Una vida dura y difícil, una vida de oración.

Su gesto atrae a otras personas. Antonio ve peligrar su soledad, y se retira a un edificio abandonado, en mitad del desierto. En él, vivirá veinte años. Pero tampoco consigue estar solo. Ni siquiera le vale construir un muro alrededor del edificio. El lugar se pobló pronto de ermitaños. Todos acuden a Antonio para que les ilumine, les exhorte, los ayude en su vida espiritual. Sin proponérselo, Antonio está iniciando el monacato en Egipto. Es una nueva vida de seguimiento más fiel de los consejos evangélicos.

La vida de nuestro santo continúa con sus ayunos, mortificaciones, oraciones. Pero aún no se siente satisfecho, y se retira a un lugar más apartado. Casi otros veinte años vivirá allí. También llegarán discípulos ansiosos de aprender de él. Se ha convertido en una leyenda. La fama de sus milagros, de su doctrina, de su austeridad… llega a todas partes.  Pero Antonio no es un hombre que huya de los demás. Quiere estar solo para encontrarse mejor con Dios. Por eso, acudirá a Alejandría, en tiempos de persecución, para sostener la fe de los mártires y sufrir, si es preciso, el martirio.

El 17 de enero del año 356, Antonio entrega su alma a Dios.  No escribió reglas monásticas, pero su influjo se dejará sentir en numerosos discípulos e inspirará las regles de diversas Órdenes religiosas de Oriente y de Occidente.  En un tiempo de ruido y ajetreo, la figura de este hombre, que se procura la soledad para encontrarse con Dios, nos enseña a saber prescindir de tantas cosas que consideramos necesarias, para ir derechos a buscar lo fundamental, lo que de verdad importa.

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