Discípulo predilecto de Jesús, fue testigo de su vida terrena y de su divina humanidad. Después de la Ascensión del Señor, emprendió su viaje apostólico, cuentan las confusas narraciones de los primeros años de la cristiandad que a él le fueron adjudicadas las tierras españolas para predicar el Evangelio, y que en esta tarea llegó hasta la desembocadura del río Ulla. Sin embargo con poco éxito y escaso número de discípulos, por lo que decidió volver a Jerusalén.
Cuando regresó a Palestina, en el año 44, fue torturado y decapitado por Herodes Agripa, y se prohibió que fuese enterrado. Sin embargo sus discípulos, en secreto, durante la noche trasladaron su cuerpo hasta la orilla del mar,donde encontraron una barca preparada para navegar pero sin tripulación. Allí depositaron en un sepulcro de mármol el cuerpo del apóstol que llegaría tras la travesía marítima, remontando el río Ulla hasta el puerto romano, en la costa Gallega, de Iria Flavia, la capital de la Galicia romana, que le llevó a predicar el Evangelio hasta la Península Ibérica. Su tumba fue hallada en el año 813 d.C. por un ermitaño llamado Pelagio, observó resplandores y oyó cánticos en el lugar. En base a este suceso se llamaría al lugar Campus Stellae, o Campo de la Estrella (de ahí el nombre de Compostela). Este ermitaño corrió a comunicarlo al obispo de Iria Flavia, Teodomiro quien lo describió como los auténticos restos del apóstol.
La noticia corrió como un reguero de pólvora por los caminos españoles hasta que le fue comunicada al rey Alfonso II, informado del hallazgo, acudió al lugar y proclamó al apóstol Santiago patrono del reino, edificando allí un santuario que más tarde llegaría a ser la Catedral. Así podríamos decir que el primer peregrino fue el rey Alfonso II.
A partir de esta declaración oficial los milagros y apariciones se repetirían en el lugar, dando lugar a numerosas historias y leyendas destinadas a infundir valor a los guerreros que luchaban contra los avances del islam y a los peregrinos que poco a poco iban trazando el Camino de Santiago. A partir del s. XI Santiago ejerció una fuerte atracción sobre el cristianismo europeo y fue centro de peregrinación multitudinaria, al que acudieron reyes, príncipes y santos.
En la actualidad, las celebraciones dedicadas al Apóstol, patrón de Santiago, de Galicia, y de toda España, tienen una duración aproximada de quince días. En estas fiestas conviven la solemnidad religiosa y oficial, el sabor popular, y la animación, que convierten a toda la ciudad en un gran festival.
El 24 y el 25 de julio son los días grandes. La noche del 24 hay un impresionante espectáculo de fuegos artificiales en honor al Apóstol, al tiempo que se quema el gran castillo de pirotecnia que imita la fachada gótica de la Catedral.
El 25, durante la misa solemne que se celebra en la catedral, el Rey o un delegado de la Casa Real hace la tradicional ofrenda al Apóstol Santiago. En esta misa se puede ver el botafumeiro, extraordinario incensario de gigantescas dimensiones, balancearse en la Catedral perfumándola y envolviéndola en un halo místico.